Cualquier fragmento narrativo o cualquier fragmento, digamos, de imágenes poéticas está sujeto a cierto número de variaciones, todas las cuales pueden ser interesantes y válidas por derecho propio. Una página de Rimbaud recortada y reacomodada ofrecerá imágenes bastante nuevas. Imágenes de Rimbaud —verdaderas imágenes de Rimbaud—, pero nuevas. Los recortes establecen nuevas conexiones entre imágenes, y en consecuencia el espectro de visión de uno se expande.
Si quiero hacer un recorte de esto (toma un ejemplar de The Nation), podría hacerlo de muchas maneras. Podría leer a través de las columnas, y podría decir: “Los nervios del hombre de hoy nos rodean. Cuando la extensión tecnológica sale al exterior implica un acto de entorno colectivo. El mismo sistema del entorno nervioso humano puede ser reprogramado con todos sus valores privados y sociales porque es contenido. El programa lógicamente con tanta facilidad como cualquier red radial es engullido por el nuevo entorno. El orden sensorial”. Verá que tiene casi tanto sentido como el original. Uno aprende a descartar palabras y a hacer conexiones. Supongamos que cortara esto aquí en el medio, y que pusiera esto otro aquí. Su mente simplemente no lo manejaría. Es como tratar de tener en mente una gran cantidad de jugadas de ajedrez, simplemente sería imposible. Los mecanismos mentales de represión y selección también actúan en su contra.
Los recortes hacen explícito un proceso psico-sensorial que de todos modos funciona todo el tiempo. Alguien está leyendo un periódico, y sus ojos siguen la columna del modo aristotélico adecuado, una idea por vez, una oración por vez. Pero subliminalmente está leyendo las columnas de ambos costados y es consciente de la persona que está sentada a su lado. Eso es un recorte.
Como ejercicio, cada vez que hago un viaje, como por ejemplo de Tánger a Gibraltar, lo registro en tres columnas en un cuaderno que llevo conmigo. Una columna contiene simplemente una crónica del viaje, lo que ocurrió. Llegué a la terminal aérea, lo que dijeron los empleados, lo que escuché en el avión, en qué hotel paré. La columna siguiente registra mis memorias, lo que pensaba en ese momento, y los recuerdos activados por los encuentros, y la tercera columna, a la que llamo mi columna de lectura, consigna las citas de los libros que haya llevado conmigo.
William S. Burroughs
No hay comentarios:
Publicar un comentario