Testimonio de un interno
"Y para la cantidad de profesionales o estudiantes, para profesionales que son, no hacen un carajo, perdónenme la expresión. Entonces se trata de que Uds. no solamente lean los libros y escuchen a los que estamos acá adentro, sino que también se decidan abiertamente a trabajar... y no hacerse los bonitos y las bonitas. Se viene a trabajar, y a ver cuál es el problema que acá nos incumbe a todos, si Uds. quieren curarnos o si no quieren curarnos. Si creen que la locura se puede curar, o no se puede curar. Si no tienen agallas para esta empresa, vayan a trabajar de oficinistas o de barrenderos o lavarropas, como yo lo tengo hecho. Pero no se pongan aquí"
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Una sociedad siniestra "natural" donde sobreviven los más fuertes, como diría Héctor, un interno entrañable y ultraderechista, los echó y los guardó, ahí detrás, escondiditos, unos junto a los otros: los niños, los hombres y las mujeres: el Tobar García, el José T. Borda y el Braulio Moyano. En algunas manzanas toda la locura que no sirve para producir en forma standar.
La intervencion deja hacer, y se cuida de no molestar a los enquistados (otro ladrillo en la pared). No hay un recambio, no hay una política de salud hacia el interno, esperar mágicamente esto sería una locura, sólo queda la acción.
Testimonio recogido del suplemente Nº 16 Cerdos y Peces. De la revista el Porteño nº 42. Año 1985
miércoles, 18 de febrero de 2009
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