domingo, 21 de diciembre de 2008

Basta ya

(texto sin firma, repartido en un barrio de Atenas)

Basta ya.

Les escuchamos cada día en los noticieros de
la tele. Declaraciones, contra declaraciones y después comentarios y todo lo demás para lo que
ustedes llaman nuestra información "objetiva".

Basta ya.

Ahora nos van a escuchar a nosotros.

Somos la generación de los 400 euros. De los programas "stage" del
organismo de empleo, del trabajo flexible, de la eterna capacitación
(siempre con nuestros gastos), de la precariedad, de la carestía, de los
dos diplomas que no sirven para nada. De la eliminación de nuestros
derechos laborales, de nuestra humillación por parte de patrones,
políticos y los demás.

Somos la generación que la encierran en escuelas, intentando meter en
nuestras cabezas sus nacionalismos, sus prejuicios, su lujuria por la
patria, su mentira, su subordinación.

Somos los chavos que humillan y provocan los antidisturbios, los policías
secretos, o los guardias especiales y todos los demás policías que hizo
su democracia (y puso por todos lados como otro ejército de ocupación) cuando
nos encontramos en su camino, sus objetos diarios de su abuso del poder.

Somos los heridos de las marchas de los estudiantes y de los alumnos,
nuestras cabezas fueron golpeadas contra el asfalto, nuestra dignidad fue
eliminada bajo sus botas, nuestras manos fueron quebradas por los toletes,
nuestras caras fueron machacadas por sus puñetazos, nuestros pulmones
todavía contienen los gases que nos echaron, que están prohibidos según
acuerdos internacionales. Moriremos prematuramente porque no estuvimos de
acuerdo con las leyes que nos están robando la vida. Somos los detenidos
que nos arrastramos en juicios por años, Panagiotis que llevaba zapatos de
un color equivocado y se quedó 40 días en la cárcel, Dimitrios Augustinos
que pasó por el lugar equivocado en el momento equivocado, los 50 heridos
en el hospital Evangelismos el
día 8 de marzo de 2007.

Nosotros incendiamos sus bancos. Nosotros nos enfrentamos con la policía.
Nosotros destruimos la paz social que están construyendo día y noche
lavando el cerebro de los ciudadanos para que obedezcan y se callen.
Nosotros seguimos iluminando las noches frías que nos trajeron. Nosotros
seguimos ensuciando las paredes con consignas que aunque sus ojos vean
nunca llegarán a sus oídos. Nosotros nos vengamos por Alexis en las
barricadas el sábado que los buenos ciudadanos burlaban otra vez sus
conciencias de la violación semanal. No es que nuestras palabras sean
crueles. Cruel es su realidad. Alexis fue la gota que hizo desbordar el
vaso. Cada noche va a ser de él de aquí en adelante.

Se acabaron sus noches tranquilas.

Péguennos, échennos gases, deténgannos, tírennos balas de goma como las
que llevan tirando desde el sábado, apúntennos con sus pistolas o den
tiros
al aire (¿o a nosotros tal vez?). Alisten al paraestado, como están
haciendo ahora en Patras o a esos periodistas siempre dispuestos, la mano
larga real del poder. A Pretenteris, Evangelatos, Triantafilopulos,
Kapsis, Tremi, Pavlopulos, Papajelas. Y a todos los demás. De ellos
depende su éxito. Escondan las imágenes de la brutalidad policial, tapen
los escándalos que apestan, aprueben sus medidas antipopulares con
"consenso social".

El lunes en Atenas pusieron a sus agentes a destruir los pequeños
comercios. Nosotros los vimos saliendo de las filas de la policía. Hay
incluso fotos. Las van a ocultar ellas también, con mucho éxito. Ya sus
papagayos, después de los primeros disturbios, repiten bien los que
ustedes les enseñaron.

El martes no respetaron ni siquiera el funeral de Alexis. Mandaron a los
antidisturbios a su funeral para provocar a niños de 15 años. Tiraron
gases lacrimógenos y detuvieron a niños. Ustedes profanaron al mismo chico
que asesinaron.

¡Ya basta con las mentiras! No somos los encapuchados ni los
conocidos-desconocidos. Somos muchos y estamos furiosos. Ya paren de
repetir tonterías. Desde Komotini hasta Janiá, de norte a sur nuestra
rabia se desborda. Cayeron con todos los medios que su monstruoso poder
dispone a eliminarnos. Con toletes, balas, lacrimógenos, medios de
comunicación masiva, provocaciones, paraestado.

No tenemos ilusiones. No tenemos ninguna esperanza. Por eso somos peligrosos.

No nos nos hacemos ilusiones que van a tomarlo todo eso en cuenta. Todos
los días entierran nuestros gritos en su mentira.

Adiós. Nos van a ver desde sus sofás en sus televisiones.

"Historia ahí vamos. Mira arriba hacia el cielo"

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